Testemuños

Hoxe vimos de ter a clase máis emotiva da miña bastante longa carreira profesional. Xamais, xamais, unha aula traspasou todos os poros das nosas peles. Porque o que sentín eu, non só me pasou a min, senón a todas as compañeiras e compañeiros.
Que unha moza conte en primeira persoa o seu sufrimento, que o amose en público no mes de abril, despois de termos traballado todo o curso... estou, directamente, sen palabras.
Esta noticia de hai anos atínxea a ela e quixo amosárnola:

https://www.farodevigo.es/portada-deza-tabeiros-montes/2012/11/25/dormi-cuchillo-almohada/717004.html

Dos dezanas maltratadas por sus exmaridos relatan el calvario que soportaron y la ansiedad tras denunciar



Paula y María son dos dezanas vejadas por sus exmaridos. Lo siguen siendo a pesar de haber denunciado. Comprobar si él está dentro de cualquier cafetería antes de pasar a tomar un café, o soportar amenazas de suicidio, son la prueba de que todavía son víctimas. Sus nombres son ficticios, pero sus testimonios tan reales como crueles. Ambas han denunciado maltrato psicológico y coinciden en señalar que la cosa no fue a más porque supieron decir "basta" a tiempo.
"No vales para nada" fue lo más suave que Paula llegó a escuchar de su marido, del que se divorció hace tres años. "No me dejaba ver la televisión, porque allí mandaba él; si la prendía me desconectaba la antena, y si me ponía a leer me apagaba la luz, pero cuando me acostaba la encendía para que no pudiese dormir", relata. Su hija, de corta edad entonces, todavía lo recuerda. Explica que "él siempre tuvo mucho carácter" y que "se crió en un ambiente de malos tratos", a pesar de que "al principio decía que estaba en contra de eso, porque veía a su padre". Pero "empezó a cambiar a partir de que nació la niña. Creo que nunca tuvo normas de comportamiento, de horarios, y quería seguir con ese ritmo", explica.
Desde su postura de "don perfecto" su maltratador "entraba en casa gritando, se pasaba el día así. Nosotras (ella y su hija) marchábamos a pasear, por no oírlo". La actitud era la misma en público. "Cada vez que me veía me insultaba delante de todo el mundo. Tenía el teléfono silenciado para que no lo oyera, porque no podía hablar ni con mis padres". En uno de los altercados, Paula dijo "hasta aquí", un año después de haberse presentado en el cuartel de la Guardia Civil para denunciar. "Cuando me dijeron que lo iban a detener me asusté. Pero si no hubiese denunciado llegaría a los malos tratos físicos. Pegaba puñetazos en la pared. Cuando lo detuvieron fue un gran alivio, pero no me lo doy sacado de encima". Le dieron tres meses para marchar de casa y estuvo cinco. "Me amenazaba con que me quitaría la niña y quería que me fuese yo. Un día dormí con un cuchillo bajo la almohada". Lo detuvieron cuatro veces por quebrantar la orden de alejamiento y estuvo un mes en la cárcel. Es fuerte, pero admite miedo: "Un día bebe de más y enloquece. Tengo un teléfono con GPS y procuro andar con él, sobre todo por la noche".
Por su parte, María soportó insultos durante sus ocho años de matrimonio, tras un "noviazgo bonito con una persona casi perfecta" que comenzó a cambiar cuando se casaron y, sobre todo, al nacer su hija. "Después de tantas discusiones llegó un momento en que ya no respondía, solo pensaba, que se calle, por favor. Terminó comiéndome tanto la cabeza que de repente piensas que no eres nadie. Durante más de un año intenté denunciar, pero no tenía acceso a la información y me daba vergüenza. Tuve una discusión muy fuerte con él y me dejó tan hundida que intenté suicidarme. Aquello me ayudó a ver la realidad".
En proceso de separación, sigue siendo víctima. "Las ayudas no son cuantiosas, pero dan para arrancar. Lo que se me complica más es el tema emocional. Sigue ejerciendo un control sobre mí. Amenaza continuamente con que se va a suicidar. No lo tengo al lado y me sigue controlando. Es muy frustrante", admite.

Comentarios

Publicacións populares deste blog

No pregunten a Darwin: tres teorías sobre el origen del machismo

Iceberg da violencia