https://www.diariodecadiz.es/opinion/analisis/Miedo_0_1318368163.html Desde hace semanas salgo a la calle asustada. Qué fácil es perderlo todo. Apenas un guiño, y los derechos que creía consolidados, la conciencia que sentía asentada, se desvanecen. Salgo a la calle asustada y cansada. Otra vez a luchar cada día, cada minuto. Otra vez volver a explicar lo que ya parecía comprendido, interiorizado. Otra vez confrontar argumentos contra mentiras, la lógica contra los prejuicios. Y esta vez, además, no puedo dejarlo pasar. Ni un segundo de descanso. Porque cada comentario que ignore -por hastío, por no entrar en la confrontación- y cada discusión que evite, serán puntos en mi contra, un paso más hacia atrás, una zancada hacia el lugar y el tiempo en el que yo y todas las mujeres nos volvemos a hacer pequeñas y a estar arrinconadas. He sido una privilegiada. Yo también he sufrido, claro, desprecios, ataques, discriminación, acoso. Como todas. Pero en pequeñas dosis.